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 Abrazar el cambio
ADAPTARSE O MORIR: NO HACER NADA NUNCA ES LA SOLUCIÓN
 La cuarta revolución industrial es la madre de todas las transformaciones porque surge de la conjunción de decenas de economías: neurociencias, que permiten entrar en el cerebro humano; un nuevo homo sapiens; impresoras 3D; robótica y nanorobótica; y,
sobre todo, la inteligencia artificial. Todo al mismo tiempo ha dado un vuelco a la econo- mía. Lo dice Xavier Sala i Martin, considerado uno de los economistas más destacados del mundo. Y lo hace en un foro sectorial de fe- rretería. Iberferr estaba allí para tomar nota.
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Todo cambió hace una década cuando se investigó la evolución del cerebro humano para saber, por ejemplo, cómo distingue a un gato de otro animal. Los informáticos le han enseñado a la tecnología millones de imágenes y las máquinas han extraído su esencia para distinguir a un perro de un gato. Desde el momento en que las máquinas son capaces de diferenciar esos patrones, el problema está resuelto y ya no hace falta un ser humano para decírselo. Así que, por fin, ya podemos tener coches que conduzcan sin conductor. Esta- mos, por lo tanto, ante una inédita e irreversible revolución.
Así encamina Xavier Sala i Martin, el economista jefe del Foro Económico de Davos, su discurso sobre el estado de la digitalización y sus repercusiones de futuro. Dice este catedrático, formado en la Universidad de Columbia y pro- fesor en de las Universidades de Yale y Harvard, que la sociedad, los gobier- nos, los economistas, los profesiona- les... tienen que dar un paso al frente. “Hay que cambiar radicalmente el sistema educativo para que nuestros hijos puedan sobrevivir; y aprender cómo tienen que reaccionar las em- presas ante este nuevo escenario”, advierte de entrada.
El insigne economista catalán subraya una y otra vez en su discurso que “por primera vez en la historia, las máquinas aprenden solas sin necesidad de que les demos instrucciones. Hasta la fe-
cha, eran capaces de captar imágenes; pero ahora, además, las entienden. Por primera vez no necesitan del hombre para hacerlo”. Y aclara: “La inteligen- cia artificial se inventó en los años 50, pero los informáticos transitaron por un camino equivocado. Las excepciones eran tantas que las máquinas se vol- vían locas y durante muchos años los informáticos no fueron a ninguna parte”. Dice esta autoridad que en el mundo mueren cada año 1,3 millones de per- sonas en accidentes de tráfico, tres ve- ces mas que toda la gente que muere en guerras. Y se mueren porque los se- res humanos cometemos errores. Pero las máquinas no se duermen al volante, ni reciben un WhastApp mientras con- ducen. Por lo tanto, esta revolución va a salvar millones de vidas. El problema es que 65 millones de personas viven de conducir. Y aquí hay un nuevo mensaje que conviene transmitir. La tecnología, que en principio tiene unos beneficios brutales, puede suponer un nuevo gran problema: en el ejemplo, 65 millones de personas se van al paro.
¿Y qué decir de la Medicina? Equivoca- ciones de diagnóstico, cánceres... Las máquinas ya no se equivocan. ¿Y qué hacemos con los médicos?
Una vez que las máquinas son capaces de analizar y entender todos los patro- nes de las imágenes, damos un paso más. Google utiliza todos los datos que le damos para crear un patrón de cada persona y se anticipa a nuestras
demandas. Esto es otra revolución en el mundo de la publicidad. Adiós a los periódicos y a la televisión. Gracias a Google se puede poner publicidad per- sonalizada para cada una de nosotros. La consecuencia es brutal: los ingresos de los periódicos ha caído en picado y los periodistas se han ido al paro.
En 1997 una máquina de inteligencia artificial antigua ganó a Kasparov. Siem- pre se había dicho que las máquinas nunca podrían ganar a los humanos. Hace poco una nueva máquina derro- tó a las dos personas que más dinero habían ganado en un famoso concurso televisivo de Estados Unidos. Esto fue un hito porque la máquina demostró que entendía las preguntas, deducía, etc. Además, no dormía, no necesitaba descansar... Y se podían hacer miles de copias de ella...
Para que un médico se mantenga al día tendría que leer unas 160 horas a la se- mana. Es imposible, pero no para una máquina. Dos semanas después de acabar la carrera, los médicos ya están
La inteligencia artificial se inventó en los años 50, pero los informáticos transitaron por un camino equivocado. Las excepciones eran tantas que las máquinas se volvían locas y durante muchos años no fueron a ninguna parte   .
 



















































































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